Seguro que muchas veces nos hemos sentido bloqueados al enfrentarnos a un problema, frustados por no encontrar la solución que necesitamos, impotentes al ver que por muchas vueltas que le demos, el problema sigue ahí, nos supera.
¿Y si el problema realmente no es el problema en sí, sino cómo lo afrontamos, en cómo nos lo planteamos, en cómo lo enfocamos? Es decir, ¿y si el problema está en nuestros propios bloqueos y barreras mentales que consciente o inconscientemente tenemos, y que hemos ido alimentando con el paso del tiempo?
Muchos de esos bloqueos y barreras mentales pueden deberse a diferentes motivos. Un respeto excesivo por las normas o por la autoridad, convencionalismos, miedo a cometer errores, falta de espíritu crítico y arriesgado, poco interés por lo novedoso y los cambios, adoptar un enfoque o análisis superficial de los problemas, escasa autoconfianza, etc. En definitiva, se trata de barreras que se instalan en nuestra mente y que nos impiden que demos el máximo de nosotros mismos y que podamos desarrollar todo nuestro potencial creativo.
Estos bloqueos podríamos clasificarlos en varios tipos:
Barreras perceptuales: Cada persona se pone unas gafas con las que percibe e interpreta el mundo y la realidad que le rodea de una determinada forma, subjetiva y sesgada por muchos factores como su educación, personalidad, experiencias previas, influencia de otros, etc.
Barreras emocionales: ¿Quién no ha tenido miedo alguna vez a decir algo en público por miedo a hacer el ridículo? La falta de confianza es una barrera muy muy fuerte, pero también lo es el miedo y la desconfianza hacia lo desconocido,
Barreras socioculturales: La imposición de normas, patrones sociales políticamente correctos, o referencias sociales y culturales son otras barreras que adquirimos inconscientemente desde que somos pequeños, ya que forman parte de nuestro proceso de socialización. Quién no ha escuchado aquello de “niño eso no se toca”, “niño eso no se hace”, “niño eso no se pregunta”…
Barreras cognitivas: Adoptar planteamientos y enfoques excesivamente racionales, conservadores y lógicos nos aleja del mundo de los sueños, de la imaginación, y empobrece nuestra forma de pensar, convirtiéndola en rutinaria y aburrida.
Barreras conativas: También la falta de voluntad o de actitud pueden ser una potente barrera. Eso se traduce en una falta de curiosidad e interés por aquello que nos rodea, que nos arrastra a la desmotivación y el pasotismo por todo.
En definitiva, lo importante es que, independientemente de los diferentes tipos de barreras que puedan existir, seamos conscientes de que todos tenemos de una u otra forma bloqueos mentales. La clave estará en tratar de autoanalizarnos e identificarlos, para poder trabajar sobre ellos y reducir su impacto.
miércoles, 19 de mayo de 2010
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